viernes

Un segundo

Una descarga de adrenalina. Como un ardor en el estómago, tal vez más arriba, más a la izquierda, que sube y te inunda hasta el rincón más escondido. Un martilleo sordo, fuerte, pretendiendo avisarte de que sigues vivo.
Un baile contigo mismo, cierras los ojos, algo pone tus ecualizadores en la máxima potencia y activa tus sentidos, te prepara para cualquier cosa, un tango romántico, algo de funky, incluso el más movido rock&roll.
Un escalofrío. Como la dentera al morder un helado demasiado frío, al beber un café demasiado caliente, de esos que calientan las manos y abrasan todo a su paso. Como un tequila descendiendo por la garganta, también abrasador. Certero, hasta el estómago.
Eres tú, y a la vez no reconoces esas manos, esos latidos, esa sombra.
Es sólo un segundo, tal vez menos, pero que lo cambia todo.

¿Y después?
Después, quién sabe...

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