martes

Vértigo

Coges impulso y saltas.
Realmente, te da igual si subes o bajas, si vuelas alto entre las nubes o ni siquiera llegas a sentir el frío viento en la cara al caer.
Sólo quieres sentir esa sensación, ese cosquilleo en el estómago, una especie de vértigo, como cuando miras desde el último piso de un edificio demasiado alto.
Tu mente se queda en blanco, respiras, escuchas tu respiración, y nada más, y tal vez eso sea lo mejor de todo. Paz. El recuerdo de un sonido, de una risa, una respiración al compás de la tuya, el roce entre cuerpos que se buscan. Y luego, de nuevo, nada.
Músculos en tensión, respiras.
Es como caminar entre nubes, sintiéndote segura aun sin saber muy bien dónde tienes que pisar. Y si caes, no pasa nada. Esa sensación se instalará de nuevo en tu interior, tu mente quedará en blanco. Y más recuerdos vendrán a tu mente.
Sí, podría decirse que es algo así... como una cadena, un ciclo que nosotros mismos hacemos que se repita.
Hay miles de formas de sentir esa especie de nudo en el estómago, el vértigo, la vorágine de sensaciones, el miedo y la euforia a la vez.
Tan sólo tienes que dar con una de ellas, la que más te guste, y hacerla tuya.


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