Noche. Noche de invierno, noche fría, de vaho y suspiros que empañan los cristales, y los pensamientos, pensamientos que trepan hacia mí como una tela de araña, sutil y suave, pero que me atrapa y aprieta, y aprieta más aún hasta ahogarme.
Noche de luna llena, de recuerdos de besos en una playa bajo aquella luna roja de cristal soplado a fuego, de arenas blancas y nubes negras que de nuevo empapan mis recuerdos de lágrimas.
Noche, y más noche, y noche que no acaba nunca, noche de todos y a la vez de nadie, sólo mía, tuya. Tal vez de los dos. Tal vez de ninguno.
Noche de luna llena, de recuerdos de besos en una playa bajo aquella luna roja de cristal soplado a fuego, de arenas blancas y nubes negras que de nuevo empapan mis recuerdos de lágrimas.
Noche, y más noche, y noche que no acaba nunca, noche de todos y a la vez de nadie, sólo mía, tuya. Tal vez de los dos. Tal vez de ninguno.
Noche de vacío, negra, sin brillo. Y las estrellas... ¿dónde están las estrellas? Sin sus puntos de luz para guiarme, estoy perdida aquí abajo.
No veo nada más allá del negro, o tal vez me deslumbra el blanco de tu sonrisa, demasiado brillante, demasiado lejos, demasiado calor, y frío, y miedo, demasiado tú.
Cógeme de la mano, llévame y refúgiame en tus brazos, en tu calor, en tu sonrisa. Sobre todo en tu sonrisa.
Cógeme de la mano, llévame y refúgiame en tus brazos, en tu calor, en tu sonrisa. Sobre todo en tu sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario