lunes

Noche

Noche. Noche de invierno, noche fría, de vaho y suspiros que empañan los cristales, y los pensamientos, pensamientos que trepan hacia mí como una tela de araña, sutil y suave, pero que me atrapa y aprieta, y aprieta más aún hasta ahogarme.

Noche de luna llena, de recuerdos de besos en una playa bajo aquella luna roja de cristal soplado a fuego, de arenas blancas y nubes negras que de nuevo empapan mis recuerdos de lágrimas.

Noche, y más noche, y noche que no acaba nunca, noche de todos y a la vez de nadie, sólo mía, tuya. Tal vez de los dos. Tal vez de ninguno.

Noche de vacío, negra, sin brillo. Y las estrellas... ¿dónde están las estrellas? Sin sus puntos de luz para guiarme, estoy perdida aquí abajo.

No veo nada más allá del negro, o tal vez me deslumbra el blanco de tu sonrisa, demasiado brillante, demasiado lejos, demasiado calor, y frío, y miedo, demasiado tú.

Cógeme de la mano, llévame y refúgiame en tus brazos, en tu calor, en tu sonrisa. Sobre todo en tu sonrisa.

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