martes

Sálvese quien quiera

Que sí, que querer es poder,
el que sentía cuando mis piernas
manejaban sin miedo tus caderas.
Que nunca supe cómo sería
eso de que si tú me bajabas la luna
yo te llevaría hasta las estrellas.
Pero ojalá.
Ojalá ahora estuviera aquí,
sola, escribiendo.
Llorando, riendo, besando,
qué sé yo, pensando que sí,
que tal vez, que quizás.
Que podría haber sido yo
la chica del desamor.
Esa de las películas, en blanco y negro,
Sé que te imaginarías que llevaba el vestido rojo,
como rojos mis labios, tus manos en mi cuerpo,
mi cuello.
Tus ganas también rojas, aquí, de nuevo.
Como mis huellas
en el borde de tu almohada, en el centro
de eso que llaman razón. Corazón.
Rojas mis lágrimas, negro el espacio
entre mi piel y tus manos la rabia, el fracaso.
Que siempre fue una guerra, tus sábanas mi trinchera.
Me inmolé por tu causa,
me desangré entre tus piernas.
Así que sí, sálvese quien quiera.

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