domingo

Se ve ahí de pie. Solo. Ha perdido su brújula, ¿Algún día la tuvo? Sí, está seguro, pudo andar más o menos a oscuras, pero nunca se sintió tan así. ¿Así, cómo? Perdido, vacío, estúpido. Sobre todo, estúpido. Y vacío.
Resopla.
Y mientras, observándolo, los demás sonríen. No les hace gracia. Ni siquiera despierta en ellos ningún tipo de condescendencia, muchos se encontraron en la misma situación antes, otros tantos vendrán después. Simplemente sonríen, porque tienen claro cuál es su problema.
Es testarudo. Demasiado testarudo, demasiado cegado por sus propios intentos de demostrar su madurez como para admitir, por una vez, que no sabe hacia dónde seguir. Que no sabe qué camino tomar, que necesita sentarse, y sacar las instrucciones de su propio juego, abandonadas a su suerte en algún bolsillo, entre los mapas para salir de situaciones imposibles y los tequieros borrados. Demasiado ocupado en pensar en nada como para darse cuenta de que, a veces, lo único que hace falta es sentarse, comprender, y elaborar una estrategia, un plan que, por estúpido e improbable que sea, por más que sepamos que nunca se va a cumplir, ayude a seguir adelante.

No hay comentarios: