jueves

El saxo sigue ahí, al otro lado de la habitación, reflejando los últimos rayos de la tarde. Como si en realidad nunca hubiera dejado de tocarlo. Y esparcidos aquí y allá en el pequeño orden caótico que forma su mundo, la última novela leída, los cambios de la máquina de tabaco, los tacones del sábado. Y un pintalabios rojo, muy rojo. Todo, piensa, demasiado espontáneo. Y un poco más allá, semioculta entre recuerdos demasiado tupidos, la réflex. En su tarjeta de memoria, demasiadas razones para no encenderla más.
No sabe si afuera hace frío o calor, pero le da igual. Sólo coge la cámara, y la cazadora de cuero. Y el pintalabios rojo, por supuesto. Llega un Starbucks y dos cigarrillos después, cuyo humo ni siquiera ha podido matar los nervios acentuados por la cafeína.
Clic. Éste fue el primer lugar que… Clic. La fuente. Clic. Mi puesta de sol. Nuestro sol. El último Clic muere antes siquiera de haberse materializado.
Hay alguien en el banco, su banco.
Con una cazadora en una mano, y un pintalabios rojo en la otra.
-         Veo que te has comprado uno nuevo. Y sin embargo… a mí me sigue gustando más éste.

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