sábado

Huir o marcharse

Sí, hoy voy a citar las sabias palabras con las que una pequeña Amélie trató de hacerme ver el mundo con otros ojos hace unos días.

Puede pasar de todo, ¿verdad? Cualquier cosa.
Puedes amar tanto a una persona que tan solo el miedo a perderla haga que lo jodas todo y acabes perdiéndola.
Puedes despertarte al lado de alguien a quien hace unas horas ni siquiera habías imaginado conocer y mírate ahora.
Es como si alguien te regalara uno de esos puzzles con piezas de un cuadro de Madrid, de la foto de unos ponys o de las cataratas del Niágara; y se supone que ha de encajar, pero no.

Y ahora, mi pregunta. ¿Dónde encajo yo?
Realmente, no lo sé. Cuando sucede algo que te hace querer desaparecer bajo tierra o enterrarte bajo una lápida de edredones y mantas, surge la maldita pregunta.
Es como la pieza del puzzle que no consigues encajar, como el rompecabezas al que siempre le falta una cara. 

Y qué. Todo es tan relativo que ni siquiera podemos tomar un punto de referencia válido.
Y, para todos aquellos que me lo preguntan, NO HUYO, simplemente, me marcho, me voy en busca de mi propia vida. No huyo, porque nadie me persigue. No huyo, porque no necesito dejar nada atrás.
Me marcho, porque necesito encontrar nuevos caminos, buscar aquel en el que ponga mi nombre. 
Cuelgo el cartel de "Cerrado por reformas" que tanto tiempo llevaba cogiendo polvo en el cajón, y cruzo el océano a oscuras, con miedo de no saber qué voy a encontrar al otro lado, pero con ganas de llegar.
Por supuesto, os echaré de menos... Pero lo bueno de marcharse es que siempre puedes volver.

No hay comentarios: