sábado

Encantada de volver a conocerme

2.56 horas de un viernes cualquiera.
Otro más.
Los días pasan, y me siento caer en esta rutina sin remedio, arrastrada por la monotonía de días grises y fríos que ya ni siquiera arrancan un rayo de sol al amanecer.
Como cada noche, cierro los ojos y pienso, no dejo de pensar. En ti, en mí, en lo que pudo ser y no fue, en lo que fue y no debió haber sido nunca. 
Recuerdo besos en una tarde de cine y palomitas, imagino caricias, tal vez las invento, qué importa ya. Tus manos dibujan mi horizonte bajo unas sábanas que ejercen de trinchera, y un corazón se cuela entre tú y yo, como si hubiera encontrado al fin su lugar.
Sonrío de nuevo, ya ni siquiera me molesto en estar triste. Mis ojos brillan demasiado como para seguir llorando, los tacones resuenan tan fuertes contra el asfalto que no me dejan escuchar las palabras que el viento terminó llevándose junto a las hojas muertas del otoño.
Sigo riendo. No sé por qué, no hay nada que me haga feliz, ni siquiera confío en mí misma, pero y qué. Aún hay personas que intentan llenarme en días como éste, aún hay abrazos envueltos para regalo que hacen un poco menos frío el invierno, aún quedan sonrisas escondidas en cada rincón, dispuestas a pillarme por sorpresa. Y todo eso, sin duda, vale al fin más que tú. Rompiste mi vida en dos, y ahora soy yo la que rompe el fuerte campo de atracción fatal que un día existió entre nosotros. Encantada de volver a conocerme.

No hay comentarios: