jueves

Lleva rato mirándola desde el otro lado del banco; más que a ella, a ese alguien que dejó de ser hace ya tiempo. Con sus pulseras, y los colores de las hojas del otoño en su mirada, y el verano en sus labios. Ella se vuelve y le sonríe con cada poro de su piel, sin romper el acuerdo tácito de silencio establecido entre ellos.

- Te has dado cuenta, ¿verdad?
- Cuenta... ¿Cuenta de qué?
- ¿Dónde estás, Hanna, por qué te escondes?
- ¡Idiota! Estoy aquí... ¿No me ves?

Se levanta. Da vueltas sobre una pierna, la gente se vuelve a mirarla y ella les dedica una sonrisa y un guiño de ojos. En realidad, aunque nunca lo reconoce, le encanta que la miren. Sacarles una sonrisa con sus tonterías de niña pequeña.
- No... Sabes a qué me refiero. Claro que estás, pero...no eres . No eres mi Hanna, con su moño y su olor a chuchería no apto para diabéticos. La Hanna del brillo de una constelación entera en la mirada, de las bufandas kilométricas, los coloretes y la nariz roja. El huracán de energía que no deja indiferente a nadie y que disfruta de cada pequeño instante. No eres tú. Ahora sólo eres alguien que se hace pasar por sí misma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"No eres tú. Ahora sólo eres alguien que se hace pasar por sí misma. "
Cuántas veces nos ha pasado eso...

Lauu dijo...

Me encanta el blog ^^